Habitualmente pensamos que la Comisión Federal de Electricidad y Pemex son 2 empresas del Estado que están en una condición similar. Y no. Tienen enormes diferencias.
El día de hoy o bien mañana van a deber presentar su información financiera de cierre del dos mil dieciocho. Y si bien las dos van a tener pérdidas copiosas, solo en eso van a coincidir. Veamos ciertas de sus múltiples diferencias.
Uno.-La deuda financiera total de Pemex al tercer trimestre fue de prácticamente dos billones de pesos. En el caso de la CFE está en poco menos de seiscientos mil millones de pesos.
Dos.-La deuda derivada de las obligaciones laborales de Pemex alcanza trece billones de pesos, al tiempo que en el caso de la CFE está en trescientos cincuenta y ocho mil millones.
Cuatro.-La pérdida neta de Pemex por mes de septiembre era de veintitrés mil millones de pesos, al tiempo que en la CFE alcanzó treinta y siete mil millones de pesos.
A pesar de estas diferencias financieras, que en esta semana tendrán que actualizarse, al cierre de dos mil dieciocho, hay una que es fundamental: Pemex prosigue siendo un virtual monopolio como productor, al tiempo que la CFE ya no lo es desde hace muchos años.
Desde el instante en que se cambió la ley en mil novecientos noventa y dos, comenzaron a surgir los productores independientes de energía que dejaron que se incrementara la oferta de electricidad sin que la CFE tuviese que endeudarse como lo hizo Pemex.
La enorme mayoría de la electricidad que México emplea es generada nacionalmente. En contraste, bastante más de la mitad de los derivados del petróleo que México emplea son importados, y ya tiene múltiples años que la exportación de crudo no alcanza para abonar la importación de derivados.
¿De dónde vienen las pérdidas de la CFE? Una parte esencial procede del hurto de electricidad, cuyo costo estimado para el año pasado es de veinticinco mil setecientos millones de pesos.
Quizás a la presente dirección general de la CFE no le guste que en materia de producción su empresa ya no sea un monopolio, sin embargo este hecho le deja ser una compañía que tiene considerablemente más posibilidades de conseguir números negros que Pemex.
Absolutamente nadie está inquieto por la posibilidad de que degraden la calificación crediticia de la CFE. Por servirnos de un ejemplo, Fitch califica la deuda en moneda extranjera de esta empresa en BBB+, al paso que bajó la de Pemex 2 peldaños, de ese nivel a BBB–.
Y, la humillación de la calificación de Pemex es una de las grandes amenazas para las finanzas nacionales.
Evidentemente la CFE tiene un sinnúmero de inconvenientes. Mas nada que ver con los que tiene Pemex.
Otra de las importantes diferencias fue la política de utilizar a la petrolera como una ‘vaca lechera’, a la que el Estado ordeñó por muchos años para llenar su gasto, cobrando impuestos y derechos en cantidades excesivas, sin calcular que eso iba a acabar por asfixiar a la compañía.
Los inconvenientes que Manuel Bartlett debe enfrentar son delimitados y puede resolverlos sin que el gobierno federal le meta más recursos a la compañía. Los que Octavio Romero debe enfrentar son enormes y no hay forma de hacerles frente sin que el gobierno le meta más dinero.
Quizás si en los años noventa del pasado siglo, se hubiese emprendido en Pemex una reforma como la que se hizo en el campo eléctrico, el día de hoy estuviésemos contándole otra historia.